Viviendo entre el arte y la esclerosis múltiple
Con el tiempo, aprendemos a sostenerlo todo: la casa, el trabajo, las emociones y hasta los silencios. Pero, ¿quién sostiene nuestro cansancio? El día que empecé a pintar Unspoken Bloom fue uno en el que ya no podía más. Mi cuerpo pedía pausa. Mi mente susurraba: “solo respira.” Así que, en lugar de fingir que todo estaba bien, decidí pintar lo que sentía.

Cuando el cansancio se transforma en belleza
No comencé esta obra con claridad, pero sí con honestidad. Coloqué papeles rasgados, texturas gruesas y dejé que las tintas fluyeran sin dirección. Todo parecía caótico, como mis emociones ese día. Sin embargo, mientras el color se asentaba, algo dentro de mí también se acomodaba.
El arte se convirtió en la forma de decir lo que no podía expresar con palabras.
Belleza sin perfección, suavidad sin disculpas
La mujer en el lienzo no sonríe. Sus ojos lucen cansados, pero no vencidos. A su alrededor florecen flores azules, amarillas y rosadas, sin orden, sin perfección, pero llenas de vida. En su silencio, representa a muchas de nosotras: mujeres que han vivido, que han resistido, y que siguen de pie sin tener que dar explicaciones.
Incluso en la invisibilidad, llevamos fuerza.

Florecer no sigue un calendario
Muchas veces sentimos que debemos tenerlo todo resuelto. Pero florecer no es algo lineal. No es inmediato. A menudo comienza cuando soltamos las expectativas y nos permitimos sentir.
Algunas veces florecemos con alegría, otras, con lágrimas.

Tal vez ella también quiere hablarte
Unspoken Bloom me recordó que la belleza no siempre es ruidosa. A veces vive en la pausa, en el duelo, y en la capacidad de volver a empezar.

Si esta historia resonó contigo, quizá esta obra también tenga algo que decirte. Tal vez solo tú puedas escuchar su mensaje.
(Versión en inglés)